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viernes, 31 de mayo de 2013

Ayuda a tus hijos a navegar por el mundo de las emociones


        En ocasiones, el mundo emocional de nuestros hijos nos deja perplejos. Sus emociones fluctúan deprisa, viven con intensidad la alegría, el amor, la frustración o la soledad. Un mal día, es el peor. Y un buen día, es insuperable. Aprender a manejarnos en el mundo de las emociones implica saber reconocerlas, saber expresarlas y responsabilizarnos de lo que ocurre cuando somos auténticos. Enseñar a nuestros hijos a saber navegar por este mundo, favorece la construcción de la inteligencia emocional del adulto que será, les permite desarrollar la capacidad de entenderse a sí mismos y entender a los demás, desarrollando su empatía.
Algunos consejos para conocer las claves de las expresiones emocionales de nuestros hijos:

1.    Sé auténtico con tus emociones
Ser padre o madre, no es fácil.  Intentamos hacerlo lo mejor que podemos, pero en ocasiones no estamos seguros de que estamos haciendo lo correcto.  El mejor consejo es relajarnos, y mostrarnos tal como somos, eso crea una relación auténtica con nuestros hijos basada en la sinceridad; así les enseñamos que mostrarse a veces vulnerable o desconcertado, también es una opción. No tenemos que saber siempre cómo actuar correctamente.


2.    Refuerza la comunicación
Invítale a hablar de cómo se siente, con frases del tipo “¿cómo estás?”, “pareces preocupado”, “¿puedo ayudarte?”. Sin olvidar respetar tanto las emociones que surjan, como su silencio. Cuando nos abrimos a escuchar y a comprender, es imprescindible poner en práctica la empatía (ponerse en su lugar), es una gran oportunidad de navegar en sus sentimientos y apoyarlos, para encontrar las soluciones más adecuadas.

3.    Muéstrale tu amor
Amar a nuestros hijos es fácil; comunicárselo de forma en que esa expresión de afecto les llegue de forma adecuada, es más difícil. Además a medida que crecen, la forma en que les comunicamos ese amor debe cambiar, así como cambian sus necesidades. Asegurémonos de comunicar el amor, de la manera más adecuada en cada momento. Si nos cuesta saber cómo hacerlo, no dudemos en preguntárselo.


4.    Amplía el vocabulario emocional
Tenemos infinidad de palabras para expresar las emociones y sentimientos, pero lo habitual es que si se nos pidiese hacer una lista de emociones, nombremos sólo una docena. Ampliar este vocabulario es clave para poder expresar de forma exacta cómo nos sentimos. La emoción no es buena o mala, simplemente “es”. Los adultos nos apresuramos a catalogarla, pero es cuando se expresa tal cual, es cuando podemos satisfacerla. No es lo mismo sentirse frustrado, que estar triste, o enfadado.

5.    Respeta sus sentimientos
Aunque parece fácil, no lo es. Sus emociones son tan genuinas y auténticas, que cuando son dolorosas, hacen que nos pongamos a la defensiva. Por ejemplo si te dice “no me quieres, eres malo”, lo normal es que digamos “no digas eso”, “que tontería”. De esta forma anulamos su sensación, la ignoramos, le hacemos creer que es errónea. Los sentimientos nunca son erróneos, pueden surgir de un malentendido, pero siempre son auténticos. Si reconocemos su emoción, le ayudamos a entenderla y así poder trabajar sobre ella. “Veo que estás dolido ¿qué necesitas para sentirte mejor?”.

6.    Respeta su derecho a la verdad
En la comunicación entre dos adultos utilizamos ciertos códigos, que presuponen un conocimiento sobre diferentes cuestiones: acontecimientos dolorosos, la muerte de un ser querido, una enfermedad, quedarse sin trabajo, un divorcio, etc. que hace que no tengamos que explicarnos demasiado cuando nos comunicamos.  Pero cuando nos dirigimos a los niños, solemos maquillar la verdad u ocultarla. Los niños necesitan saber la verdad, porque ponerlo en palabras organiza su pensamiento y le da una estructura lógica a su mundo emocional. Decir la verdad nos permite conectar con nuestras propias emociones y transmitirlas; la clave en todos los casos es ser capaz de nombrar la realidad, con palabras sencillas y claras; que lleguen en el momento justo para responder a su curiosidad.

7.    Evita las etiquetas
La capacidad de clasificar y etiquetar, nos permite funcionar con rapidez mental a la hora de procesar la gran cantidad de información que maneja nuestro cerebro.  Pero en la educación de nuestros hijos, tenemos que evitar etiquetar siempre que podamos. Las etiquetas, aunque sean “positivas”, marcan unas expectativas que quizá no están al alcance de nuestros hijos. Mensajes como “quejica”, “hipersensible”, “payasete”, etc., les obligan a ser cómo se espera de ellos. A nivel emocional, etiquetas del tipo “llora por todo”, “tiene mucho genio”, marcan los estados emocionales de nuestros hijos. Evitemos limitar así su comportamiento.

8.    No temas a la ira y al llanto
Estamos más receptivos a aceptar las emociones “buenas”, que las “malas”. El abanico emocional es muy amplio, incluso una misma emoción puede tener diferentes grados de expresión. Si no damos a nuestros hijos la oportunidad experimentar con sus emociones, no permitimos que aprendan a controlarlas. La ira, el llanto, son expresiones a las que habitualmente llegan cuando hemos impedido que expresen su inseguridad, su decepción, su impotencia. Descubrir qué origina esta emoción, requiere asumir que una expresión emocional tan intensa no es “personal”, ni un ataque hacia nosotros, y que no es más que la forma que ha encontrado de sacarla a la luz. La tarea es enseñarle que hay formas más eficaces de expresar estas emociones.

9.    Enséñale a ser responsable de la expresión de sus emociones
Saber que existen diferentes maneras de encauzar nuestras emociones es quizá uno de los mayores aprendizajes a nivel emocional. Comprender la diferencia entre la emoción y la acción es fundamental. Saber que cuando sentimos miedo, podemos: enfrentarnos, huir, quedarnos paralizados… hace que nos demos cuenta que ante cada situación, el camino que elijamos dependerá de muchos aspectos. Pensar antes de actuar y asumir las consecuencias de las elecciones que se han tomado, es clave para un hábil navegante emocional.

10. Bríndale buenos modelos
Por supuesto, es imprescindible ofrecerle vínculos afectivos estables y satisfactorios, eso hace que se sientan seguros, confiados y contentos. Así como disponer de modelos con los que se sienta identificado, esto le ayudará a mejorar su empatía y su inteligencia emocional. No siempre los personajes públicos nos ofrecen modelos positivos, así que encuentra en gente de vuestro entorno características y habilidades emocionales, y ponle ejemplos cotidianos, habla con ellos sobre estas formas de resolver los conflictos de forma sana y que le permita ir ampliando su repertorio emocional.


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